Cuántas veces nos vivimos preguntando acerca de las “fórmulas” para alcanzar la felicidad y el éxito. Cuando se trata de la relación de pareja, damos por sentado que, humanamente hablando, la perfección no existe. Pero sí es verdad que existen parejas más sanas y que disfrutan más de su relación que otras. Inmediatamente nos preguntamos ¿cómo le hacen? ¿Cuál es su secreto? ¿Qué es lo importante en una relación ideal? ¿El grado de atracción física o las cualidades de la persona? Sin duda, no son uno, ni dos, sino un sin fin de elementos combinados y equilibrados.
En una cultura
como la nuestra, donde el sexo, en algunos sectores de la población, sigue
siendo tabú. Parece un elemento secundario y hasta innecesario.
¿Cómo es eso?
¿Cómo es eso?
Nos han
enseñado que lo que mantiene a una pareja unida y feliz para toda la vida es el
amor. Y aunque todos lo damos por sentado, no hemos escudriñado lo suficiente
sobre todo lo que esta palabra implica. Lo entendemos como el hecho es conocer
a tu pareja. Saber porqué actúa como actúa. Aceptarla como es, sin querer
cambiarla. Es aprender a tener cariño a su vida. Y hay quienes dicen que se
trata de una dimensión espiritual. Y todo eso es verdad. Pero no es lo único
que abarca el verdadero amor.
Sucede que
después de la primera conquista y los primeros encuentros íntimos, comenzamos a
olvidar y descuidar este aspecto. Cuando no mantenemos un sexo saludable y
satisfactorio, llega el aburrimiento y la falta de emoción.
No se trata
sólo de “hacer el amor”, como por rutina u obligación; sino de gustarse, de
seguir sintiéndose atraídos y seducidos por la pareja. Un buen indicador es si
tu pareja te sigue gustando. Si disfrutas besarla y acariciarla, y hasta
simplemente, estar con ella; disfrutar de su olor, del tono de su voz, la
manera en que te mira. He escuchado personas casadas que dicen “ya no me gusta
tanto mi pareja como cuando nos conocimos, pero nos seguimos queriendo”. Es
difícil que una relación así permanezca mucho tiempo más. El sexo le da esa
dosis de emoción, novedad y creatividad necesaria en toda relación saludable.
Desgraciadamente, a la base de toda infidelidad, se encuentra esta área poco
explorada o mal resuelta.
Tenemos que
empezar por superar clichés, o modas que nos
infunden la idea de que sólo cuerpos delgados o atléticos siguen resultando
sexualmente atractivos. El cuerpo es la manifestación de TODO lo que la persona
es. Decía un amigo respecto de su esposa. “No es que me gusten las ‘lonjas’, me
gusta esta ‘lonja’, porque es la de mi mujer”.
Dicho de otra forma: “todo lo que me gusta de ti aspecto, me gusta porque es
tuyo”.
De la misma
manera que el encuentro sexo-genital, sin verdadero amor, me lleva al vacío. El
amor no está completo ni asegurado, si no se expresa en el marco natural y
necesario de la intimidad. Es el encuentro de dos almas, de dos voluntades, dos
inteligencias, dos cuerpos (completos, no sólo la zona genital). En suma, dos
seres personales que se hacen uno.
Es necesario
ser un poco artista, e innovador para que el encuentro sea distinto y se
renueve cada vez. El preámbulo y la resolución son importantes. El juego de
mutua seducción (conquista y coquetería), y es sentirse respaldado y acompañado
por la pareja después del acto. Ternura, mimos, apapachos, y un diálogo cálido
y hasta adulador serán siempre un buen postre.
Otro elemento
que parece que no tienen nada que ver con el sexo, es este sentido de
intimidad. Indispensable y vital, no sólo en la cama. Sino en el diario vivir.
Las actividades que realizan juntos, los espacios que ambos comparten y que son
exclusivos de la pareja. La ducha, las vacaciones, salidas al cine, a cenar, a
bailar, hasta a las compras. La conversación en privado, no para reclamos,
quejas de los hijos, o estrategias para pagar deudas, ni asuntos de otros;
sino, hablar de lo nuestro, de nuestras cualidades y talentos, de lo que sólo a
ti y a mí nos pasa, lo que sentimos, lo que nos motiva, nuestros miedos y
también nuestros anhelos, los sueños y proyectos en común.
Con este
elemento bien elaborado y vivido, tenemos más cosas a nuestro favor. Nuestra
relación seguiré teniendo la misma emoción y adrenalina de “la primera vez”,
sólo que aderezada con el ingrediente del conocimiento mutuo y la experiencia.
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